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No hace
falta más que ver cualquier noticiario de cualquier cadena, es lo mismo su
inclinación política. Cada día florece un nuevo caso de ponzoña político económica
que encoleriza (por decirlo finamente) a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Cuando no son los políticos de turno en el poder, son los políticos de turno en
la oposición o, cuando no, cualquier poder económico de su alrededor.
El actual
cáncer mundial de la humanidad es la codicia. Es lícito tener ambiciones
económicas más allá de las propias de la superviviencia o poder pensar en ir a
la playa quince días en agosto. Lo que no es lícito es la codicia económica hasta
el punto de ver constantemente empresarios (parapetados en el poder político) que, amparados
en falsas políticas de RSC, con maquillajes de resultados y cegados por el dividendo, no tienen ningún reparo en apisonar conciencias, sobornar inquietudes
y aplacar sentimientos de culpabilidad. Y eso, un día, y otro, y otro… en esta mi
querida España, esta España mía, esta España nuestra…Y en éste, mi querido
mundo, este mundo mío, este mundo nuestro.
Parece que los
partidos están empezando a publicar cuentas (los que quieren publicar y las que
les interesa publicar). Los que de verdad cortan el bacalao, los grandes lobbies
empresariales, también publican sus cuentas. Cuentas de ingeniería
macroeconómica con grandes dosis de maquillaje…hasta que el colorete y el rímel
se gasta y empiezan a aflorar las arrugas, las ojeras…y la ruina para los
inversores. ¿Para todos? No, obviamente, solo para los humildes. Los otros, los
grandes, que saben la verdad, ya tienen sus sobrehumanas posaderas bien
cubiertas en paraísos fiscales o vericuetos entramados fiscoeconómicos que les
hace aparecer insolventes cuando la justicia llama a su puerta.
Si de verdad
queremos gobiernos abiertos, formemos nuevos líderes desde los jardines de
infancia. Líderes que en unos años (Dios quiera que antes que después) tomen el
relevo de tantos maleantes que pueblan los escaños y empresas a nivel mundial.
Líderes que no antepongan sus intereses propios a los comunitarios. Líderes con
voluntad y vocación de servicio real. Entonces y solo entonces, podremos
creer en un gobierno abierto, más allá de postizos portales de transparencia y
encuestas para ver si en el barrio ponemos una fuente o plantamos dos árboles. Que para las dos cosas no llega el dinero, claro.
¡¡COMENCEMOS
POR EDUCAR!!
Eduquemos, en todos los ámbitos, pero especialmente dentro de la familia que es el principal núcleo donde se pueden corregir los desvíos auspiciados por esta ambiciosa sociedad
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