Otro Cuento de Navidad


baby it's cold outside lyrics GIF by Denyse
Eran las seis y media de la tarde del día de Nochebuena. Apagando el ordenador miré desde una de las ventanas de mi amplio despacho. La calle estaba iluminada por una gran cantidad de bombillas multicolores y ocho pisos por debajo de mí podía distinguir una multitud de personas con bolsas de regalo. Se me había hecho tarde... una vez más.

Mi trabajo me exigía muchas horas de dedicación, pero en el fondo no me importaba; los beneficios económicos lo merecían con creces. Me puse el abrigo y salí a la calle deseando felices fiestas a la única persona que quedaba en el edificio, el guarda de seguridad, y que estaba esperando que yo me fuera para cerrar. Tenía que comprar los regalos navideños e ir a casa. Si el tráfico no estaba muy mal podría llegar sobre las nueve. La tarde estaba bastante fresca y caía algo de aguanieve. Pensé que la mejor opción era dejar el coche en el aparcamiento e ir a comprar los regalos a unos grandes almacenes cercanos. No me llevaría mucho tiempo. Tenía que comprar algo para mi mujer y para mis dos hijas de cinco y seis años. No sabía qué, pero era lo mismo. Compraría algo lo suficientemente caro como para que si a mi mujer no le gustaba no tuviera problemas en cambiarlo por lo que quisiera.

Tal y como había imaginado, en poco más de una hora había comprado todo y me encaminaba de vuelta al parking de la empresa a recoger el coche. Decidí atajar por un callejón sin saber la sorpresa que me esperaba. De entre un par de contenedores de basura salieron a mi paso dos individuos. Uno me agarró por detrás del cuello y el otro me amenazaba por delante con una navaja. Me robaron todos los regalos que acababa de comprar y la cartera, me quitaron el abrigo, la chaqueta del traje y los zapatos. Después me dieron un golpe en la cabeza que me dejó medio aturdido y que me provocó una pequeña brecha. Me empujaron contra los contenedores de basura y caí de bruces a un charco.

Cuando me recuperé y pude levantarme mi aspecto era lamentable. Descalzo, medio desnudo, empapado y sangrando por la cabeza. Como físicamente no me encontraba mal del todo y como en la chaqueta iban las llaves del coche, decidí ir a coger el metro. Por suerte había una entrada muy cerca de allí. Imaginé que no me sería muy difícil reunir el dinero que me costaba un billete.

Según me acercaba a la entrada me percaté de que la gente se apartaba a mi paso y que los padres alejaban a los niños de mí. Comencé a bajar las escaleras del metro, resbalé y caí rodando hasta el vestíbulo de entrada. Noté un fuerte golpe en la cabeza, un profundo mareo y vi como se nublaba todo a mi alrededor mientras notaba que perdía el conocimiento. Cuando lo recobré conseguí levantarme como pude y vi junto a mí a un señor alto y con buen porte, vestido muy elegante con traje negro.
     -Vaya golpetazo que me he dado, - le dije.
     -Y tanto, - me contestó mientras con sus ojos me hacía un gesto para que mirase hacia abajo.

Cuando bajé la mirada pude verme tumbado boca abajo con un aspecto lamentable mientras la gente que pasaba por la estación me esquivaba para no pisarme.
-¡Pero si ese soy yo...!, - acerté a balbucear.
-Pues sí, ese eres tú, - contestó sin inmutarse el señor elegante. –Y ahí continuarás un buen rato hasta que un andrajoso pordiosero (de esos que tú siempre has repudiado, por cierto) te intente ayudar y compruebe que estás muerto.
-¿Qué... qué quieres decir?
-Pues eso, hombre. Que el golpe que te has dado al caer te ha matado.
-¡Pero si no es posible... si yo estoy aquí, si estoy vivo, si...!, - le contesté muy nervioso. -¿Y tú quien eres? ¿Qué está pasando?
-Quién soy yo poco importa... Lo importante ahora es qué has hecho tú.
-No comprendo... ¿De qué me hablas?,- le dije, mientras todo lo que me rodeaba, excepto este enigmático señor, comenzaba a girar a gran velocidad. Cuando todo se detuvo me encontré junto a él delante de una puerta. No distinguía nada más. Era como si nos encontráramos flotando.
- Vamos a dar un pequeño paseo, - dijo con tono sereno el señor elegante de traje negro. – Abre la puerta.

Yo obedecí. En aquel momento de confusión habría obedecido órdenes de cualquiera. Entramos. Delante de mí pude ver a mi mujer en la cama de un hospital. Tenía en sus brazos a un recién nacido.
-¿Reconoces la escena?, - me preguntó el misterioso hombre.
-Pues claro. Es mi mujer con mi primera hija recién nacida. Tengo una foto en casa exactamente igual que esta escena.
-¿Y recuerdas quién hizo la foto?
-No sé, supongo que su madre, o una enfermera... no lo sé.

La escena desapareció de repente y apareció frente a nosotros otra puerta. “Ábrela”, me dijo. Entramos en la estancia. Allí estaba yo sentado en la habitación de un hotel delante de mi ordenador portátil y hablando por teléfono.
-¿Sabes con quién hablas?, -me preguntó con su ya habitual tono sereno? – Ya te lo digo yo. Estás hablando con tu mujer. Te está contando que tu hija ha nacido y tú estás en un hotel en Londres, cerrando uno de tus negocios. ¿Te acuerdas? Claro que te acuerdas. Fue uno de tus mejores negocios... Viste por primera vez a tu hija cuando ya tenía ocho días.
-No sé si me estás acusando de algo, pero te advierto que mi mujer siempre entendió ese viaje.
-Abre esa puerta, -me dijo con tono imperativo. La anterior escena había desaparecido y ante mí encontré a mi mujer sola y llorando en la misma cama del hospital en que la había visto antes. – Eso es lo que te dijo, que lo entendía. Ella entendía el viaje, lo que no entendía y sigue sin entender, es cómo tú pudiste ir a ese viaje.
-Abre esta otra puerta.

La abrí sin rechistar.
-Es la representación teatral que hacen mis niñas en el colegio todas las navidades...
-...y que nunca has llegado a ver, - completó mi frase. – Ésta en concreto es la del año pasado. Ese año les habías prometido que irías sin falta... que no te lo perderías por nada del mundo... que era lo más importante para ti... que...
-Está bien, ya sé lo que dije, ya lo sé, - le corté enfadado.

Me abrió otra puerta que apareció frente a nosotros y me invitó a pasar.
-Esto es lo que pasaba a la hora de la representación, - me dijo con tono cansino.

Delante de mí podía verme brindando con champán francés con mi equipo de trabajo por la importante fusión que acabábamos de firmar.

la ideas GIF


-Abre esa otra puerta, -me indicó.
-Me da miedo, -reconocí.
-No seas cobarde... total nada de lo que allí aparezca puede ya influirte. Recuerda que estás muerto.

Cuando la abrí pude ver a mis hijas con su madre. Acababa de terminar la función y ellas preguntaban por mí.
-Tu mujer les está mintiendo. Les está diciendo que has visto la obra de teatro y que has tenido que irte, que esta noche te verán en casa. Y así fue. Esa noche las viste en casa... cuando ya estaban durmiendo en la cama. Abre esa otra puerta.
-¡No!, - grité. –¡Ya no puedo más! Yo pensaba que mi familia era feliz, que tenían todo lo que necesitaban, que no podían pedir más.
-Hasta cierto punto llevas razón. Tienen todo lo que se puede comprar con dinero. Pero no te tienen a ti. A ti no te pueden comprar con dinero porque el dinero te ha comprado a ti. No has logrado entender que para ser feliz no es tan importante el tener como el saber disfrutar de lo que se tiene. ¿Te das cuenta? Bueno, aunque ya da lo mismo si te das cuenta o no.

En aquel momento apareció ante nosotros la imagen de la entrada del metro conmigo tumbado a nuestros pies. Junto a mí pude ver arrodillado a un vagabundo que intentaba ayudarme. Al ver la sangre de mi cabeza se asustó y corrió a avisar a un guardia de seguridad. Cuando volvió con él noté un fuerte mareo y una extraña sensación de vacío. Abrí los ojos y junto a mí pude ver al vagabundo, al guardia y a varios curiosos que se habían arremolinado junto a mí.
-¿Te encuentras bien, colega?, - oí que me decía al oído el vagabundo.
     -Sí, sí..., -acerté a decir mientras me incorporaba ayudado por este.

     Cuando me levanté vi junto a mí al señor elegante de traje negro que me miraba atentamente sin decir nada.
     -Me han robado y no tengo ni para coger el metro para ir a casa, - dije entre avergonzado por mi aspecto y asustado por lo que creía que me había pasado.

     El guarda y el vagabundo me acompañaron hasta el torno de entrada y el guarda nos dejó pasar. Mientras, el señor de negro nos seguía atentamente con la mirada. Cuando atravesamos el torno me topé de frente con el señor elegante de negro. ¿Por dónde había pasado?
     -No es habitual pero te han concedido otra oportunidad,   -me dijo con aire circunspecto. -Supongo que se habrán dado cuenta de que tu mujer y tus hijas no tienen la culpa de que seas un auténtico capullo. ¿Sabrás aprovecharla?

     Sin tiempo para contestarle desapareció.
     -¿Lo has visto?, - le pregunté alterado al vagabundo que me acompañaba. - ¿Tú lo has visto?

     El pobre hombre puso cara de circunstancias y me tranquilizó. “Tranquilo, que yo te acompaño, que no estás sólo.”

     Aquella nochebuena cambió mi vida. Ese vagabundo cenó con nosotros y también durmió. Le di un puesto de trabajo en la empresa y es el padrino de mi tercer hijo. Hijo que he visto nacer y del que no me pierdo ni un momento... ni de él, ni de mis otras dos hijas, ni de mi mujer. No sé lo que realmente pasó en esa entrada de metro. No sé si fue una alucinación o el señor elegante de traje negro fue real. No sé si alguien poderoso me dio una segunda oportunidad o sólo fue una mala jugada de mi cerebro. Sólo sé que la vida es corta, muy corta y que mi inmenso poder económico no la puede comprar. Ni la vida ni los momentos que por estúpido no me permito vivir.



feliz navidad christmas GIF

No hay comentarios:

Publicar un comentario