La insatisfacción por lo no deseado y no conseguido


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Una vez casi me convertí en millonario.

Recuerdo como un día mi mujer, por aquella época mi novia, se acercó a mí con un extraño gesto en la cara, mitad contrariado, mitad alegre, y me dijo: “Nos ha tocado una de cinco”. Obviamente se refería a una Primitiva. ¡Bueno, que maravilla! Por fin la estadística se había aliado con la probabilidad y habían decidido darnos una alegría económica. (Los más observadores se habrán dado cuenta de que no he mencionado la palabra “suerte” y es porque no creo en ella…pero eso probablemente sea objeto de otro post).

La primera reacción fue ir a consultar el teletexto. Sí, el teletexto; esa función de las televisiones, hoy prácticamente en desuso, que hace unos años era lo más parecido a tener una suscripción a un medio digital de noticias de la web. Nos habían tocado aproximadamente 500.000 ptas. (ptas=pesetas; es decir, la moneda de curso legal existente en España desde 1868 con la Reina Isabel II hasta el 28 de febrero de 2002). Los de mi quinta y anteriores entenderán perfectamente lo que ese importe significaba a principios de los 2.000. ¡Eso era medio millón de pesetazas! Claro que si miramos al cambio estamos hablando de 3.000 €…que vaya, pues tampoco da para mucho actualmente.

Retomo el hilo, que lo pierdo arrastrado por la nostalgia de tiempos pretéritos. El tema es que miramos el telexto y el único acertante de primera categoría (o sea, seis aciertos) iba a cobrar más de 2.000.000 de euros (sí, de euros, no de pesetas). El sentimiento de alegría inicial se tornó, si no en uno tristeza, sí en uno un tanto de angustia. Si hubiéramos acertado un número más habríamos cobrado más de 1.000.000 de euros. Lo que debía ser un motivo de alegría, brindis y satisfacción se convirtió durante una temporada más larga de lo que me hubiera gustado, en una sensación de desazón generalizado por lo que pudo haber sido y no fue.

Poco a poco fui reeducando a mis emociones a ver el lado positivo (que lo tenía y mucho) del asunto. Era cuestión de realizar un sencillo pero frío y asentimental análisis. Un segundo antes de que mi novia entrara por la puerta a darme la noticia yo era plenamente feliz… ¿cómo era posible que una noticia positiva (ganar 3.000 € no esperados) me produjera tristeza e insatisfacción? Estaba experimentado el síndrome de la insatisfacción por lo no deseado y no conseguido. Me explico. Sinceramente cuando juego a la Primitiva, como no creo en la suerte, mi mente analítica me deja bien claro que las probabilidades de que mis números salgan son ínfimas, aunque existen, por lo que juego. Pero el hecho de que no salgan mis números sorteo tras sorteo, no me produce, semana tras semana, ninguna insatisfacción. ¿Cómo era posible entonces una reacción tan aparentemente contraria a la lógica?

Y pensándolo fríamente, como ese caso me han ocurrido decenas en mi vida. No que casi me hiciera millonario, sino que algo que casi me ocurre y que no esperaba, me produjera desazón, insatisfacción, malestar… Por suerte, he (bueno, estoy) aprendiendo a detectar y controlar esas situaciones. No me está resultando fácil, porque el aspecto egoísta del ser humano me pide ansiar siempre el máximo beneficio en todos los aspectos, incluido el emocional.

Pero bueno, poco a poco lo voy dominando. Lo no deseado y no conseguido, no va a poder con mi estabilidad, tranquilidad y felicidad.